Conoce las alitas buffalo: historia, salsa icónica y secretos para una textura perfecta
Las alitas Buffalo, originarias de Buffalo se han convertido en un ícono de la gastronomía estadounidense gracias a su combinación única de sabores y texturas. Este plato se distingue por sus alitas de pollo cubiertas con una salsa picante a base de mantequilla y chile, que equilibra el calor del picante con la riqueza de la mantequilla. Por otra parte, su popularidad ha trascendido fronteras, siendo un elemento clave en reuniones y eventos deportivos. Ya sean horneadas o fritas, el secreto de las alitas Buffalo radica en su crujiente exterior y en la posibilidad de personalizar el nivel de picante, adaptándolas a los gustos de cada comensal.
Origen de las famosas Alitas Buffalo
El origen de las buffalo alitas se remonta a la ciudad de Buffalo, en el estado de Nueva York, durante la década de 1960. Según la historia más ampliamente aceptada, fue en el restaurante Anchor Bar, regentado por Teressa Bellissimo, donde las alitas de pollo adquirieron por primera vez su icónica preparación.
La historia que se cuenta es que al recibir una entrega inesperada de alitas, Bellissimo improvisó una receta en la que las bañó en una salsa picante hecha a base de mantequilla y salsa de chile. De tal forma, lo que comenzó como un simple aperitivo se convirtió rápidamente en un fenómeno culinario, ganando popularidad primero a nivel local y, con el tiempo, expandiéndose por todo Estados Unidos y el mundo. Hoy en día, las alitas Buffalo son un símbolo de la comida americana, apreciadas tanto por su sabor único como por su versatilidad.
¿Cómo preparar alitas tan crujientes?
La preparación de alitas crujientes requiere un enfoque preciso en la cocción y en los ingredientes utilizados para lograr la textura deseada. Existen dos métodos principales para obtener alitas crujientes, hornearlas o freírlas.
Cuando se hornean alitas, es importante preparar la piel para que quede crujiente sin sobre cocinar el interior. Un truco eficaz es secar bien las alitas con papel de cocina para eliminar la humedad. Luego, se recomienda espolvorear una mezcla de polvo de hornear y sal sobre las alitas. Además, el polvo de hornear actúa ayudando a que la piel se deshidrate en el horno, logrando un resultado crocante. Posteriormente, se debe precalentar el horno a una temperatura alta, entre 200 °C y 220 °C, permite que las alitas se cocinen rápidamente por fuera mientras permanecen jugosas por dentro. Se recomienda girarlas a mitad de la cocción para garantizar una textura uniforme.
En el caso de las alitas fritas, es importante freírlas dos veces para obtener la máxima textura crujiente. El primer paso consiste en una fritura a baja temperatura, alrededor de 150 °C, para cocinar la carne lentamente sin dorar demasiado la piel. Luego, tras dejarlas reposar brevemente, se aumenta la temperatura del aceite a unos 190 °C y se fríen nuevamente por unos minutos, lo que permite que la piel se torne crujiente y dorada. Para ambas técnicas, es fundamental dejar reposar las alitas en una rejilla después de cocinarlas, evitando que se reblandezcan por la acumulación de vapor.
¿Con qué acompañar las alitas buffalo?
Las alitas buffalo, un clásico de la cocina estadounidense, se caracterizan por su sabor picante y su textura jugosa. La mayoría de las veces este plato se sirve acompañado de guarniciones que equilibran y complementan su intensidad. Entre las opciones más tradicionales destacan el apio fresco y el aderezo de queso azul.
El apio, crujiente y refrescante, actúa como un contrapunto perfecto al picor de las alitas, ofreciendo un respiro entre bocado y bocado. Por su parte, el aderezo de queso azul añade una textura cremosa y un sabor suave, pero potente que equilibra el picor, aportando un toque de sofisticación a la experiencia gastronómica. Este dúo de acompañamientos ha perdurado en el tiempo, gracias a su capacidad para realzar los sabores sin opacarlos.Además de estos elementos clásicos, es común encontrar variaciones en los acompañamientos, como papas fritas, zanahorias en tiras o incluso ensaladas ligeras, que ofrecen alternativas versátiles para disfrutar de este plato icónico.