Prótesis de cadera qué es y qué esperar del tratamiento
La movilidad de las articulaciones de la cadera es esencial para realizar actividades cotidianas con comodidad. Cuando el cartílago se desgasta de forma progresiva y aparecen dolores que limitan caminar, sentarse o dormir, la cirugía de reemplazo se convierte en una opción real para muchos pacientes. La prótesis de cadera se plantea como una solución eficaz para recuperar calidad de vida en personas de entre 45 y 75 años que han agotado otras alternativas conservadoras.
El reemplazo no se decide a la ligera. Antes de recomendarlo, los especialistas valoran el estado general de salud, la intensidad del dolor y el impacto que este tiene en las rutinas diarias. El objetivo principal es devolver la independencia y permitir una vida más activa, reduciendo la rigidez y el malestar que impide disfrutar de actividades tan simples como subir escaleras o dar un paseo.
¿Qué es una prótesis de cadera?
La cirugía de prótesis de cadera consiste en sustituir la articulación dañada por un implante diseñado para imitar el movimiento natural. Los componentes suelen estar elaborados con aleaciones metálicas y materiales de alta resistencia, lo que proporciona estabilidad y durabilidad a largo plazo. Esta intervención se ha perfeccionado en las últimas décadas, con técnicas menos invasivas y tiempos de recuperación más cortos.
En algunos casos, el daño se produce en ambas articulaciones. Para estas situaciones se contempla la prótesis bilateral de cadera, una opción que evita realizar dos operaciones separadas. Aunque el procedimiento requiere una planificación rigurosa, permite que el paciente afronte un único proceso de rehabilitación y recupere antes la simetría en la marcha.
Cuándo se indica este tratamiento
El reemplazo de cadera suele indicarse cuando los analgésicos, la fisioterapia o las infiltraciones ya no son suficientes para aliviar el dolor. La artrosis avanzada es la causa más frecuente de esta cirugía, aunque también se recomienda en fracturas complejas, necrosis del hueso o secuelas de malformaciones congénitas. La decisión se toma tras una evaluación completa y siempre considerando las expectativas de cada paciente.
Existe además una técnica denominada resurfacing, indicada en personas más jóvenes y activas. A diferencia de la prótesis convencional, no sustituye toda la articulación, sino que recubre la cabeza del fémur con un implante metálico. Esta opción conserva más hueso y puede facilitar un eventual reemplazo futuro, aunque no todos los casos son candidatos.
Cirugía y hospitalización qué esperar
La intervención se realiza bajo anestesia regional o general y suele durar entre una y dos horas. Los avances en la vía anterior han permitido reducir las incisiones y minimizar la afectación muscular. Este enfoque menos invasivo favorece una recuperación más rápida y con menor dolor postoperatorio. Tras la cirugía, el paciente permanece ingresado entre tres y cinco días, dependiendo de su evolución y del tipo de prótesis implantada.
Durante la hospitalización, el equipo médico controla el dolor, inicia la movilización temprana y enseña ejercicios básicos. El objetivo es que el paciente pueda levantarse, caminar con ayuda de muletas y realizar desplazamientos cortos antes del alta. En paralelo, se revisan los cuidados de la herida quirúrgica y las pautas de medicación.
Recuperación y vuelta a la actividad
El proceso de rehabilitación es tan importante como la operación en sí. Durante las primeras semanas, el fisioterapeuta guía los ejercicios destinados a fortalecer los músculos, mejorar la movilidad y reeducar la marcha. La constancia en la terapia acelera la recuperación y disminuye el riesgo de complicaciones, como la rigidez o el desequilibrio al caminar.
La mayoría de los pacientes retoma actividades básicas en un plazo de seis a ocho semanas. Con el paso de los meses, se puede volver a conducir, realizar viajes o practicar deportes de bajo impacto, siempre con la supervisión médica adecuada. Mantener un peso saludable y cuidar la musculatura de las piernas contribuye a prolongar la vida útil de la prótesis.
Recursos especializados
El éxito del tratamiento no depende solo de la técnica quirúrgica, sino también del equipo multidisciplinar que acompaña al paciente en cada etapa. Centros de referencia como HIP Instute reúnen a traumatólogos, anestesistas, fisioterapeutas y personal de enfermería especializados en cirugía de cadera. La experiencia del equipo y la personalización de la atención marcan la diferencia en la evolución y en la confianza del paciente.
Riesgos y dudas frecuentes
Aunque la cirugía de cadera es segura y ampliamente practicada, no está exenta de riesgos. Las complicaciones más comunes incluyen infecciones, luxaciones o desgaste de los componentes con el tiempo. La tasa de éxito, sin embargo, supera el 90 % y la mayoría de los implantes ofrece un funcionamiento adecuado durante más de 15 años. El seguimiento periódico con radiografías y revisiones médicas garantiza la detección temprana de cualquier problema.
Los pacientes suelen plantear preguntas sobre la duración de la prótesis, la posibilidad de viajar en avión o el paso por arcos de seguridad. Todas estas situaciones se manejan con normalidad, aunque conviene llevar siempre la documentación médica correspondiente. También existe interés en saber si la cirugía limita la vida sexual, y la respuesta es que, una vez superada la fase inicial de recuperación, no debería haber impedimentos.



